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EL VIEJITO DEL PUEBLO (Cuento)


Una vez, un escritor llegó a un pueblo situado en medio de la nada, muy recóndito y se le ocurrió que de ahí podría sacar un nuevo libro, basado en las anécdotas que pudieran tener sus pobladores.
Ya entrado en esa idea, fue a buscar al hombre más viejo del pueblo y al encontrarlo le dice:
- Mire, ando recopilando datos para escribir un libro. ¿No tendrá alguna historia cómica y ligera que pudiera yo transmitirle al mundo?. Algo que haya usted vivido en este pueblo y que recuerde con frecuencia?.
- Ah, si!!!. Una vez se perdió la esposa del Chuy, ése que vive ahí tras la lomita, pues se llegó la noche y que no aparece la señora, que nos reunimos todos los hombres del pueblo y nos armamos con un buen cargamento de aguardiente y nos metemos al monte a buscarla. Allá a los días, la encontramos y como ya andábamos un poco locos por el aguardiente, pues que uno por uno le hacemos el amor a la esposa del Chuy.
El escritor se asombra del morbo con que el viejito recuerda las cosas y se asusta, piensa que no puede contar eso que sucedió.
- Uy, pero ¿no tendrá algo más cómico?, ¿algo que le haga reír a usted y a todos los del pueblo?. No sé, a lo mejor algo inusual, qué se yo...
- Pues sí. Una vez, se perdió una chivita del Luis. Pos que se llega la noche y no recala la chiva. Pos que nos reunimos todos los hombres del pueblo, nos armamos con un buen cargamento de aguardiente y nos metemos al monte a buscarla. Allá los días la encontramos y pos como ya andábamos un poco locos por el aguardiente, pues uno por uno le hacemos el amor a la chivita...
Y el maldito viejo degenerado estalla en carcajadas.
El escritor piensa que el viejo está loco y que será mejor cambiar el carácter del tema, para que ya no cuente esas cosas.
- Y, ¿no tendrá otra historia?. No sé, ¿algo más dramático y triste que haya vivido?. Algo que pueda conmover a los demás y que pueda yo libremente contar en mi libro?.
El viejito mira al suelo y se le nubla la vista. Con un nudo en la garganta y las lagrimas rodando por sus mejillas le dice:
- Pues, una vez, me perdí yo...

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